Leandro Erlich (buenos Aires, 1973) ha conseguido un importante reconcocimiento crítico tras una intensa trayectoria expositiva que arranca en los primeros años noventa. En sus trabajos pone en cuestión la visión de la realidad porque el artista altera nuestra percepción mediante estrategias de simulación y efectos escenográficos que crean ilusiones ópticas.Los espacios cotidianos y aparentemente insignificantes que habitamos, como son un pasillo, un ascensor o las escaleras de un edificio...lugares aparentemente intrascendentes y muy habituales, están llenos de información sobre cómo interactuamos, incluida una información emotiva ligada a nuestra memoria y experiencias, son los elegidos por Erlich para crear sus escenarios. A partir de espejos, critales, agua y otros artificios fácilmente detectables, el artista manipula la visión de lo real y emplaza al público visitante, asombrado y desconcertado, ante una situación en la que aquello que consideramos "normal" es puesto evidencia. Cuestionar nuestra existencia, así como la verdad empírica. Es decir; desvelar diferentes niveles de verdad existentes en la realidad cotidiana, es el fundamento de la obra de Leandro Erilch.
Tiene otras obras como; La Pileta, 1999, es una gran caja implantada en la tierra, que simula una piscina llena, pero que en realidad no contiene agua en su interior sino una tapa de metacrilato con sólo una lámina de agua, produciendo la sensación de que el público, que accede por el subsuelo a uno de sus costidanos, queda sumergido en el fondo de las piscina. Se pone de manifiesto uno de los principios que rige el trabajo de Erlich: la simplicidad. El hecho de que algo extraordinario pueda suceder de manera tan simple, es uno de los propósitos del artista.
En la obra Le Cabinet du Psychoanalyste, 2005, se interroga sobre la practica psicoanalista y los conceptos básicos de la constitución del yo. Esta obra está construida como un espacio dividido en dos por un cristal.
En sus últimas obras, Carrousel, 2008, Erlich transforma un tiovivo en un apartamento con sus diferentes y comunes estancias: salón, cocina, comedor, cuarto de baño y dormitorio. La constante rotación del tiovivo nos sume en la monotonía de nuestras vidas y en todos esos hábitos que se repiten sin fin. A pesar del carácter pesimista que se le puede atribuir a esta última obra, el trabajo de Erlich resulta más bien esperanzador ya que revela la capacidad que todos poseemos de sorprendernos y de entender y analizar nuestra experiencia.
Los trampantojos se hicieron habituales a partir del Barroco. De alguna manera significaron un paso hacia la modernidad, en cuanto consideraban al público como parte activa y absolutamente necesaria para el sentido de la obra. Exigen una implicación física y sobre todo intelectual del espectador, ya que sin él, no existe la trampa o la ilusión. Ninguna de las obras de Leandro Erlich podría ser explicada sin la acción del espectador y lo que la obra produce.
La obra que fui a ver era La Torre (2008), instalada en el patio de la ampliación Nouvel y producida específicamente para el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía es un edificio de pisos que funciona como un enorme periscopio. Un dispositivo de espejos invita al espectador, situado en la parte baja, a ver lo que está sucediendo en la parte superior y viceversa. Las personas situadas en el interior de la instalación que simula el pasillo de un edificio de apartamentos, parecen flotar en el espacio en el espacio a los ojos de los espectadores que miren desde fuera por las ventanas. Se crea así un complejo juego de perspectivas en el que se desarticula nuestro sentido de la orientación y se nos hace sentir la experiencia de desafiar la ley de la gravedad. Un espacio donde establecer una relación distinta entre quien mira y quien es observado. El espectador se convierte en activo performer que ve y es visto a la vez.
Leandro Erlich es actualmente uno de los artistas latinoamericanos que gozan de mayor resonancia internacional. Sus obras se han podido ver por ejemplo en la Bienal de Estambul (2001 y 2005), en el Centro de Arte Santa Mónica, Barcelona (2003), en la exposición Nôtre Histoire, Palais de Tokio, París (2006) y, recientemente, en la Bienal de Liverpool y en el PS1 de Nueva York.
fuente: folletos informativos del Reina Sofía y las imágenes excepto una, son de internet.
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