martes, 20 de abril de 2010

la subjetividad de la luz sobre los objetos

Se pueden clasificar los colores según 3 tipos de experiencias: según la reflectancia de las superficies, según las propiedades del iluminación e y las condiciones ambientales y según unos colores fantasmales que interfieren de forma subjetiva en nuestro acto de percepción; el cansancio en la observación tras la adaptación del ojo a la saturación y contrastes, el deslumbramiento, colores subjetivos… como esto parece subjetivo tendemos a rechazarlo porque parece que enturbia la verdadera percepción de los objetos.
Los colores muy determinados por las condiciones físicas o medioambientales, son a veces tan fuertes que no permiten la vuelta a la constancia cromática del objeto.
Por ejemplo los tonos azulados de las montañas lejanas, los colores magentas de las laderas nevadas en el momento del ocaso o los tonos rojizos en el momento de luz que emite una hoguera sobre los objetos más próximos. También se perciben con facilidad los reflejos producidos por colores muy saturados al proyectarse hacia otros que no reciben otra luz directa y se tiñen de estos.
Aparte de estas situaciones tan extraordinarias existen variaciones más habituales como; la luz del día, generalmente considerada como blanca, se va transformando a lo largo del día, desde la salida del sol hasta el ocaso.
Por la mañana suele ser una luz algo azulada, que se hace más blanca al mediodía, para volverse poco a poco más cálida, amarilla, anaranjada y rojiza al ponerse el sol.
Existen muchos agentes atmosféricos que influyen; como las partículas en suspensión, polvo, humedad, que provoca la difusión de la luz blanca.
Por la mañana y al mediodía el sol blanco aclara y blanquea el color del cielo en el horizonte porque vemos una gran extensión de la atmósfera, mientras que el que vemos sobre nuestras cabezas es un azul oscuro, ya que ahí la capa atmosférica es más estrecha. Las partículas del aire difunden más las ondas cortas y vemos ese intenso azul.
En el atardecer, la luz que llega a nuestros ojos debe atravesar la espesa capa del horizonte (muy densa en partículas). El color del sol que vemos no es el difundido sino el transmitido, con un rojo que inunda esa parte del cielo en una degradación ascendente desde el rojo y distintos naranjas a un tono gris amarillento. Y es azul cuanto más miramos al este.
El cielo totalmente nublado proporciona una luz difusa, más neutra que la del cielo despejado. Si no está totalmente nublado podemos ver las nubes de distintos colores sobre todo en las puestas de sol. Entonces su color puede reflejarse incluso sobre el suelo, tiñiéndolo de un tono cálido anaranjado.
La mezcla del color de la luz con la reflectancia constante del objeto debería tenerse más en cuenta, más allá de las situaciones extremas en las que es tan evidente, pero tan pronto como estamos en unas determinadas condiciones de iluminación se desencadenan los procesos de adaptación.
Por ejemplo si en la habitación tenemos 2 fuentes de luz; luz natural de la ventana y luz artificial de la lámpara; los objetos del interior se tiñen de colores luz que parecen imponerse sobre los propios colores locales. La mezcla de rayos de onda corta (ventana) y onda larga (bombilla) dará unos colores sobre el suelo blanco de un matiz algo magenta.
Un objeto tridimensional también blanco se vería por un lado de color sonrosado y por otro de color azulado, y proyectará sobre el suelo también esos colores.
Los artistas prestan mucha atención a estos detalles para expresar mayor realismo en sus obras. Con esto me he acordado de los impresionistas porque ellos prestaban mucha atención a la luz exterior; el color que proporcionaba sobre los edificios un día soleado o nublado, el cambio de color en el trascurso del día etc.


fuente: resumen del libro introduccion al color. Jose María Cuasante

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